De los errores se aprende.

A nadie le gusta la derrota. La inmensa frustración que sentimos al ver nuestro mejor esfuerzo fallar, sin importar las largas y tediosas horas de trabajo que hayamos invertido, puede llevarnos al borde de la desesperación y en algunos casos hacernos abandonar nuestros sueños permanentemente. La idea que dentro de cada fracaso se esconde la semilla para un futuro y mayor éxito parece psicología barata y un pobre bálsamo para nuestro orgullo herido. No queremos filosofía, queremos retroceder el tiempo y actuar de diferente manera. Pero esta opción está permanentemente bloqueada, y por más que nos cueste aceptarlo, nuestra miseria encierra la clave para evitar un episodio similar y es una parte vital y normal del proceso de aprendizaje. Sólo viendo nuestros errores cara a cara, no exagerándolos ni disminuyéndolos con el lente de nuestra mente podemos comprenderlos y comenzar a atacarlos para que no se repitan. Es un proceso a veces difícil y a veces terriblemente simple, pero necesario para progresar en cualquiera que sea nuestro campo de acción.

¿Qué es la derrota? Nada más que educación, nada más que el primer paso hacia algo mejor. – Wendell Phillips

Cuando aprendemos una nueva habilidad, no esperamos ser buenos desde el principio, y nos reímos de nuestros errores con facilidad, sabiendo que es lo esperado para nuestro nivel actual. Sin embargo, conforme vamos avanzando en el área de estudio que deseamos desarrollar, nuestros avances nos sacan del territorio de principiantes y se espera más de nosotros. Al hacer un error, nos enojamos para hacer saber a las demás personas que «somos mejores normalmente» y ese enojo sólo trae más errores. Tenemos que dejar el ego a un lado y si cometemos un error, seguir avanzando y hacer lo mejor de la situación con lo que reste. Más vale tener una obra lista y 90% bien hecha que no terminarla nunca porque hicimos algunos errores en su desarrollo.

Cuando no tenemos presión, nuestros mecanismos funcionan de manera que nunca podremos enseñarle en su totalidad al mundo, pero una vez tenemos que hacer algo a lo que le damos mucha importancia, o tenemos que presentar nuestro trabajo al público, el miedo y los errores comienzan a colarse. Sin embargo, nos indican claramente en donde están nuestros puntos débiles y podemos aceptar estos consejos con humilidad y trabajar para enmendarlos en nuestras próximas obras. La cadena siempre será tan fuerte como su eslabón más débil y los errores están allí para mostrarnos cual es el eslabón que debemos fortalecer si queremos mejorar.

Al cometer un error, podemos desarrollar una fijación tan grande en él que nos impide realizar la misma acción bien por miedo a cometer este mismo error, que a su vez se convierte en una profecía segura a realizarse. ¿Cómo romper este ciclo vicioso? Es una buena pregunta para la cual no tengo una respuesta, pero presiento que encarar el miedo y forzarnos a hacer lo que no nos gusta es una parte vital para el proceso de corrección.